Tan frágiles y tan maravillosos.

Tan frágiles y tan maravillosos.
Tan frágiles recostados en
las ideas con su confort plástico
que sin siquiera darnos cuenta estas se están dando la vuelta.
Desentrañando así pedazos y pedazos
de cristales encajados en la inconsciencia.
Tan maravillosos
que en ese cristal tan bello que nos rodea,
y su aire purísimo, uno se vuelve
valiente,
arrogante,
caminando tan campante, tan lleno de todo.
Olvida el miedo de la espalda
y como mágicamente ese mismo miedo puede
regresar como esperanza a la vuelta del horizonte infinito.
Tan frágiles que
con sólo un pequeño desliz
la broma revela las ataduras.
La ignorancia abrumante
Y entonces la absurda confianza en cualquier par de palabras.
Tan maravillosos somos
que hemos hecho del escepticismo nuestro escudo
recostándonos en alguna actitud,
en alguna manera precisa de sentir.
No hay tregua, nunca hay tregua.
por eso somos tan frágiles
tan auto condescendientes enclaustrados en la tragedia.
Y es tan lindo ser tan frágil frente al laberinto de la mente,
Que hasta da gracia, da gracia por que siempre se acaba confiando uno:
como al leer algún poema, como al escribirlo.
Y es un reír tan triste, tan vencido, pero tan bello,
que dan ganas de amarlo todo de nuevo, de volver a caer
en ésta fragilidad de pequeño perfume,
y como invita maravillosamente a seguir buscando su esencia última,
a recalcar, talvez, la inexplicable
y demasiado difundida maldad.
Culpamos al primero que se esfuerce,
y nos culpamos de culpar.
Nadie tiene la culpa de estas cosas,
O bueno, cada quien tiene la culpa, que viene a ser lo mismo.
Tan frágiles y tan maravillosos.