Unas aceitunas griegas
y mi imaginación plantando huesitos
en bóvedas color azul prismacolor 902.
Otra aceituna a medio poema: cierto sibarismo, la cara (o)puesta como pasita.
Y el placer del sabor y de la muerte algo amargo,
algo siempre increíble siempre indescriptible.
Otra aceituna más y obviamente no todos salió como esperábamos.
Raspaban los dientes, habías olvidado el verde olivo. Brilla el aceite.
Y el morado tipo que voy a saber yo como nombrar ese color, morado aguado, como cuando aguantas la respiración y superas el límite de indio nunca muere, a cafesoso lo puedes pensar bien o va a empezar a sonar la alarma, morado a mejor huelo la esencia.
Otra aceituna morada como el muerto,
la sala de uregencias
y así hasta que el morado iba para atrás
la bilis o el corazón
o la no-vida que yo no soy doctor
y tal vez éste se fue al sol.
lunes, febrero 20, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario