martes, septiembre 11, 2007

Medios IV

La tradición es un resorte oxidado en sus espirales (en nuestros relojes, bajo nuestras camas) el cual creemos podemos aceitar pero sólo puede ser cambiado por otro.

En pareja se hace tabú voltear a ver a otros. La mirada que se desdeña se dirige siempre al lugar al que pertenece aquel amante que debía ser contemplado para desentrañar de alguna forma nuestros deseos. Enviamos allá a lo lejos: al árbol, al basurero, al suelo al cielo a aquel que desconocimos y en la memoria permanecerá una búsqueda simple y barroca de la grandeza de la promesa.

Castigamos nuestra risa, la inconciencia de ser mejores de lo que reímos, porque somos peores: como el aire que reciclamos.

Cuando el motor inmóvil son nuestros pulmones la gasolina sube de precio.

No hay comentarios.: