El poema inaudible.
Me gustan los poemas que te hacen volar –pero sobre todo me gustan los poemas que sólo yo logré escuchar: un poema sin complejos, libre, que se haga personalísimo como la propia escritura. Un recorrido interno sobre lo que uno quisiera establecerse como una poética sólo me hace pensar en la inspiración y en lo que me rebasa. Si con el cuerpo alcanzó estirando brazos y piernas lo que mi espacio andante representa e intenro lo mismo escribiendo sintiendo pensando sentado: la posibilidad de una frecuencia que habla. Intentar una poética sería entrelazar las escalas de la voz. La lectura donde la naturaleza se vuelve mental es el do sostenido de la sensibilidad, lo mismo que hacia cuando le hablaba una novia en la adolescencia y apuntaba lo que quería decirle. Escribir, leer propone alturas: por lo menos en el sentir de la palabras. Como constancia propone ritmos, ediciones, cambios de camara, perspectivismos, palabrerías, majadas –finalmente oficios imaginados.- Uno y otro libros dejados por ahí –esperar el día que los empecemos a encontrar en la cocina, como si ahí correspondieran los libros de autor o, “de arte”, y agregáramos un librero a cada zona de la casa.
La anécdota de “Los detectives Salvajes” de Roberto Bolaño donde uno de los personajes se baña con un libro es ridícula –aunque algunos con furor poético la defiendan, así como defiendan la poesía a toda costa, como si fuera una forma de supervivencia. Argumneto nada distante del político que dicta que es el único medio por el cual se pueden resolver problemas, e ahí donde la poesía solo puede resolver ciertas complejidades, por lo menos alivianar las cargas de uno mismo.
Inaudible- el poema- como si sólo uno entiendera ese tono confesional de el clásico que es clásico porque atrapo a muchos en su tonalidad, y muchos otros trataron de articular, dsarticular su frecuencia para resitauararlo en su estandarte crítico. Sentimental es pensar en la literatura contemporánea, la literatura que se escribe al paso de la modernidad para convertirse en post algo.
Los diarios internaúticos relamidos de empalagamiento personal, tienen la incertidumbre personal de los servidores, la misma metáfora de Fahrenheit sólo que ahora frita. La astucia está en entender nada como nada, un continuo perpetuo y no empezar a hacer bolas el medio que tampoco existe: lo que ya se frió. La metáfora de la serpiente que se muerde la cola, no es lo mismo que morderse la lengua. El primero que compré el libro, o abrá la página tiene sus ventajas, por lo menos ante su ojo sentimental y vacío.
Quizá como sugerencia un poema entrañoso, no el de la animalidad infantil que propone la propia ingesta como un sentido dado al combustible alimenticio: seré un león ahora que me comí este melón, puede sorprender tanto como el poema que ha salido de excavar arenas y prender fogatas, aunque enmarcado en su sonsote y marco vislumbramos su bajo relieve: el clic que siempre queremos dar en la bodega de la historia y que lleve justo a lo que queríamos encontrar, inspeccionar los umbrales mentales y dar clic a lo primero que se nos ocurra en la cegativa de la computadora:
Búsqueda: música. Primer vínculo: música.com. Lo primero una encuesta. Al fondo un juego. El mismo clic que lo quiere cerrar todo.
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jueves, septiembre 10, 2009
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