Todos somos libres menos dios, o al revés, y al revés del revés
el puro escepticismo. El escepticismo es un partido de tenis donde gano el
revés del revés osea la raqueta aventada contra la red. He ahí la justicia del
juego, el absurdo, el crimen, la mismidad. Cuando uno no juega ya ganó; lo que
no quiere decir nada pero yo sigo tendiendo a jugar, mi infantiidad rebasa lo
abstracto y lo emocional, es una causa en sí, es como el albur, el espacio se
dobla en todas las direcciones y uno pregunta. Y la pregunta más inteligente no
tiene respuesta, pero como dice Becket más bien las respuestas y no las
preguntas, así se evita la ataraxia del escepticsismo pero así es una pura luz,
un puro asomarse a la positividad, a la palabra, a la necedad de querer seguir
narrando –que no es lo mismo que releer (que es ya en sí un no leer [revisar y
checar para centrarse en lo cierto… calmarse en el acierto/ en la justificación
personal] en reír el borbotón que culmina el espíritu en un grito) una hiena
loca o un payaso que edita- un mal chiste que se repite, los signos ortográficos
que confunden o el error de algún acento.
jueves, agosto 28, 2014
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